De China a Tepito: la ruta de la piratería
Productos falsificados provenientes de China llegan a México por intermediarios que sortean la aduana y los venden dentro de departamentos a los que sólo se accede por recomendación y cita.
Shanghái y CDMX.- Un objeto cuesta lo que alguien está dispuesto a pagar por él. Y eso queda claro en el mercado de Xinyang, en Pudong, en donde el precio de los productos inicia con muchos ceros y termina vendiéndose por una fracción de eso. Todo depende de la habilidad que cada foráneo tenga para regatear. A primera vista, el lugar parece un establecimiento comercial normal. Con locales bien puestos, pasillos numerados, un Starbucks y un KFC. Pero solo hace falta mencionar alguna marca de lujo para tener acceso a otra dinámica comercial que se mueve en un segundo plano dentro del lugar: el de la piratería. “¿Quieren bolsas Chanel ?”, pregunta un hombre con gafas. Tras seguirlo por un laberinto de pasillos, se detiene delante de un local con cortina. Detrás de ella, decenas de bolsas, carteras y relojes con los logos y estética de marcas de lujo están acomodados en estanterías. Del lado izquierdo, los de mejor calidad, con diseños perfectamente copiados de las versiones originales y materiales de buena calidad. Del lado derecho, otros con acabados y materiales de menor calidad.
Cada producto tiene una etiqueta naranja con el mismo número: 38 yuanes (unos 90 pesos). No obstante, la vendedora pide que no se haga caso a los precios colocados en las etiquetas: “no son los verdaderos, sólo se ponen en caso de control policial”. Los foráneos preguntan el precio, pero ella dice que primero hay que elegir los productos y luego se establece un precio. Promete dar una buena oferta. “¿Cuánto por estas tres bolsas?”, pregunta una de las personas en el local. Sobre el mostrador está una réplica de la Ophidia Convertible de Gucci y otras dos de Lui Vuitton, Multi Pochette Accessoires y Noé Noé. Las tres piezas originales suman 136,000 pesos. “Para ti, 11,000 yuanes (unos 26,000 pesos”, dice la vendedora del local chino. Ante la negativa del comprador, la vendedora saca una calculadora y dice: “¿Cuanto me ofreces entonces?”. El comprador digita el equivalente a 3,000 pesos. “Estás jugando conmigo, ese precio no puede ser, no, no, no. Dame otro precio”. El proceso de regateo se extiende durante 45 minutos. Tras una veintena de cantidades tecleadas en la calculadora, que no obedecen a ninguna lógica y que van de los 500 pesos a los 25,000, se llega a un acuerdo: 4,200 pesos por tres bolsas. Unos 1,400 pesos cada una, que comparado con el precio original parece una ganga. La bolsa Gucci Ophidia Convertible Clutch original cuesta 40,400 pesos, mientras que la Multi Pochette Accessoires de Lui Vuitton ronda los 50,000 pesos. Las bolsas vienen en cajas brandeadas, con bolsas protectoras, etiquetas e incluso con certificados de autenticidad. La OCDE estima que el comercio mundial de falsificaciones ascendió a 464,000 millones de dólares en 2019, el último dato disponible. Esto supone un 2.5% del comercio mundial. Marcas como Louis Vuitton y Gucci se encuentran entre los principales objetivos de los falsificadores. En algunos locales, la calidad de las imitaciones es mejor que en otros. Los mismos vendedores apelan a ello para intentar obtener un mayor precio. No obstante, la cantidad pagada por los foráneos, aunque parezca una buena oferta, genera cuantiosas ganancias para los locales. Una imitación de maleta Sindermore, cuyo precio es de 6,000 pesos, se consigue en 1,000 pesos. Pero Eric Yang, un local de Shanghái, asegura que él compró una en el equivalente a 400 pesos. Las quejas sobre la proliferación de productos falsificados en China han llegado a oídos de gobiernos extranjeros y funcionarios comerciales, pero hasta ahora, los esfuerzos por detener la piratería han tenido resultados limitados. Mientras tanto, estos productos inundan mercados en línea, tianguis y aceras de todo el mundo. El vínculo con Tepito: un mercado secreto de lujo imitado En México, Tepito se ha convertido en un epicentro de productos falsificados. Los vendedores en el tianguis ofrecen desde bolsos hasta tenis y camisetas de fútbol importadas desde China, la principal economía de origen de las falsificaciones. “Pásale, tenemos todas las tallas”,“Barato, como la carne de gato”, gritan los vendedores de los puestos del Tepito, el tianguis más famoso de la Ciudad de México. Entre los puestos tubulares con lonas de colores azul o amarillos, que exhiben jeans, playeras, tenis o micheladas, también hay un espacio para el lujo.
Un negocio clandestino opera en pequeños departamentos, ocultos a la vista del público, donde las réplicas de alta calidad de productos de lujo de marcas como Givenchy, Balenciaga y Prada, son presentadas como si fueran auténticas. Los productos provienen de China, traídos por intermediarios que sortean la aduana y los venden a precios significativamente más bajos que los originales, aunque mucho más altos que el precio conseguido en China. El acceso no es para cualquiera. Para llegar a estas tiendas hay que tener un “conecte”, porque sólo accedes por recomendación y cita, como en algunas de las boutiques de las marcas lujosas alrededor del mundo. Y puede ser una sorpresa, pero confirma lo que se dice de Tepito: encuentras de todo. Lejos de los ruidosos puestos de metal y lonas del tianguis, existe una bodega que parece abrir un portal hacia una dimensión diferente. Dos salones austeramente decorados en colores vino alojan una experiencia notablemente contrastante con el bullicio exterior. La iluminación tenue generada por una serie de lámparas de techo, cada una con alrededor de 10 focos, agrega un toque íntimo al espacio. Al entrar en el primer salón, uno se encuentra con un ambiente que recuerda a un elegante lobby. En el segundo salón. Una pared frontal exhibe una amplia gama de tenis de marcas como Balenciaga, Versace y Fendi. El cuidado con el que se han dispuesto las repisas, junto con la iluminación estratégica, crea un ambiente que recuerda a una lujosa tienda departamental. Te reciben con una bebida, desde Coca-Colas hasta champagne. Del lado izquierdo, se destaca un espacio dedicado a la exhibición de playeras. Un armario de tubos pequeños ha sido diseñado para albergar relojes, cinturones y calcetines de las mismas marcas que los tenis en exhibición. Además de las playeras, se pueden encontrar otras prendas de ropa, como chamarras, buckets, gorras e incluso productos de maquillaje. El meticuloso cuidado con el que se presentan los productos es evidente en cada detalle. Las prendas y accesorios se alinean en pequeños aparadores dentro de contenedores transparentes para evitar cualquier tipo de daño, asegurando que se mantengan en perfectas condiciones. Algunos objetos incluso están resguardados en maletas vintage, reservadas para prendas especiales o encargos específicos de los compradores habituales de esta tienda. Lo más impresionante es la calidad de las réplicas expuestas. Según aquellos que atienden el lugar, los clones son fieles en gran medida a los productos originales. El precio al público es notablemente inferior, a menudo reduciéndose a más de la mitad del costo de los productos auténticos. Por ejemplo, unos estiletos de la afamada marca francesa Yves Saint Laurent pueden adquirirse por 7,000 pesos, en comparación con su precio en tienda que roza los 25,000 pesos. Además, esta 'boutique' ofrece productos de colaboraciones entre marcas, así como réplicas de modelos exclusivos diseñados y utilizados por personalidades como Yazie o Jordan, que pueden alcanzar un valor de alrededor de 100,000 pesos. Estos clones atraen a una clientela que busca obtener la imagen y el estatus que dan las marcas a precios más accesibles. “Dan el gatazo”, dice quien atiende esta tienda exclusiva. Los productos, cuenta, llegan a México desde China. Hay un grupo de personas que viajan a Asia para hacer negociaciones, comprar los productos y traerlos al país.
En términos del valor incautado a nivel mundial, el mar fue, con diferencia, el principal modo de transporte utilizado para enviar cosméticos falsificados, ya que representó el 81% del valor incautado a nivel mundial de estos productos. Sebastián Suárez Venturo, experto en Combate a la Falsificación de Marcas y la Piratería en México y socio del despacho Becerril, Coca y Becerril (BC&B), explica que la mayoría de los productos clones, entran a México por los puertos de Manzanillo, Colima, y Lázaro Cárdenas, Michoacán, que atienden los arribos de productos que llegan de los países asiáticos, como China. El precio de estas réplicas, que puede ser hasta 10 veces mayor que en China, incluye los costos de transporte, sobornos para evadir impuestos y las ganancias de los vendedores. A pesar de las medidas enérgicas prometidas por el gobierno chino y las quejas de las marcas, el atractivo de adquirir productos lujosos a precios reducidos sigue alimentando este submundo del comercio. En México, la falsificación de marcas está enunciada como delito en el artículo 402 de la Ley General de Protección a la Propiedad Industrial. Las réplicas falsificadas de productos de lujo conectan China con lugares como Tepito, reflejando la complejidad y la extensión de esta problemática. A pesar de los esfuerzos por combatir la piratería, la demanda persiste, lo que resalta el desafío continuo que enfrentan las marcas y los gobiernos para proteger la propiedad intelectual y combatir el comercio ilegal. Según la experiencia de Suárez Venturo, el 50% de los casos de mercancía apócrifa que entra al país es el resultado de corrupción en las aduanas; el otro 50% es la falta de medidas en contra de este delito, como un padrón de marcas en el que se registran los signos distintivos en diseños y logos. “Por ejemplo, con Louis Vuitton, pueden poner los diseños industriales de las bolsas, capacitar a los agentes aduanales para que puedan determinar si un producto es similar o falsificado, de tal manera que permitan tomar acciones por la vía penal. Además, si un producto es falsificado reiteradamente deben saber por qué puertos o por qué aduanas entran”, añade. En Tepito, la venta de réplicas de artículos de lujo tiene varios años, pero tras la pandemia, tuvo un boom -dicen las personas que atienden- porque ahora hay compradores con un mayor interés en estas prendas, que quieren dar determinada imagen y estatus, sin la necesidad de gastar miles de pesos en los productos originales. En el barrio como en China hay varios tipos de calidades y precios, desde las que cuestan algunos miles de pesos que se venden en tiendas acondicionadas dentro de departamentos, hasta otras de menor calidad que se exhiben colgadas en ganchos en los puestos del tianguis, entre las gomichelas, para dejar claro que Tepito también se adapta a las tendencias. ]]>
¿Cúal de identifica?