Los jóvenes latinos en Estados Unidos eligen entre el miedo o la esperanza
Con las elecciones a la vista, jóvenes latinos enfrentan el dilema de votar en un sistema que no siempre los representa. Sus historias reflejan miedo, esperanza y las barreras para realizar su voto.
Las elecciones de Estados Unidos están a la vuelta de la esquina. ¿Qué significa votar por primera vez siendo joven y latino en Estados Unidos? Para Marla y María —jóvenes que por motivos de seguridad eligieron ocultar sus nombres completos—, este no es un simple trámite. No es un "ir y votar porque es lo que toca". Para ellas, y para millones de jóvenes latinos, este acto está cargado de historia, de miedo, y de una mezcla extraña entre esperanza y frustración. En un país donde aproximadamente 36.2 millones de hispanos son elegibles para votar, es decir que son mayores de 18 años y ciudadanos estadounidenses, los jóvenes que reconocen el impacto de la política en sus familias y comunidades, buscan hacer oír sus voces en un sistema que no siempre los representa.
El voto entre el miedo y la esperanza Marla de 27 años, residente del Estado de Texas con ascendencia mexico-hondureña, recuerda que siempre vivió con incertidumbre. “Mi mamá no tenía documentos cuando me gradué de la preparatoria”, recuerda, señalando cómo el miedo a la deportación ha sido una sombra constante en su hogar. Para Marla, votar es una forma de asegurarse de que ese miedo no vuelva a dominar su vida ni la de su familia. “Ese miedo de lo que podría pasar en las elecciones nos puede inmovilizar”, dice, pero ella ha decidido no permitir que eso la detenga. “Uso ese miedo como un impulso para seguir haciendo este trabajo y para crear una visión más amplia”. Para ella, votar es un acto de resistencia, una manera de asegurarse de que las políticas no pongan nuevamente en peligro a su familia. Sin embargo, siente un profundo conflicto con respecto a los candidatos. Donald Trump, cuyo mandato anterior estuvo marcado por deportaciones y políticas antiinmigrantes, sigue siendo una opción aterradora. Pero su incomodidad no termina ahí. Kamala Harris, aunque hija de inmigrantes como ella, también le genera una gran contradicción interna al presentar posturas desconectadas de la realidad, sobretodo aquellas que enfrentan las comunidades migrantes en la frontera. Por su parte, María de 20 años, también residente de Texas e hija de inmigrantes mexicanos, reconoce que desde temprana edad era consciente de la situación de vulnerabilidad que enfrentan ella y su familia.
Barreras a la hora del voto
El miedo, al igual que en el caso de Marla, ha sido una constante en su vida. María recuerda cómo, durante la presidencia de Trump, su familia vivía bajo una constante amenaza de deportación. “Me interesé más en las elecciones cuando Donald Trump ganó. Yo era la única en mi familia con papeles; mis papás y mi hermana mayor no los tenían, así que el miedo era algo constante en casa”, relata. “Mis papás escribieron una carta dejándonos a mis hermanos y a mí con otra familia por si algo pasaba. Esa experiencia y el miedo fueron poderosos”. Para María, este temor fue lo que la llevó a interesarse por estudiar políticas públicas y, finalmente, por las elecciones presidenciales de este año, en las que votará por primera vez. Para María, votar es un deber que siente tanto por su familia como por su comunidad. Pero, al igual que Marla, no siente que los candidatos actuales representen realmente sus intereses o los de su gente. “Es conflictivo. No quiero votar por Donald Trump porque es racista y odia a mi gente. Tampoco quiero votar por Kamala Harris porque apoya el genocidio (la guerra de Israel contra la Franja de Gaza)”, dice María, dejando claro que ninguna de las opciones le genera confianza total. Para muchos jóvenes latinos, las barreras del sistema electoral van más allá de la falta de representación en los candidatos. El idioma aún es un obstáculo importante para las familias inmigrantes. Marla describe cómo al votar por primera vez, notó una desconexión entre los votantes latinos y los funcionarios en los centros de votación. “Creo que desde que pude votar, noté que al llegar a los centros de votación, muchas veces quienes trabajan ahí son personas de la tercera edad, generalmente gringas que no pueden pronunciar bien los nombres”, explica.
Marla logró navegar el proceso gracias a su educación y conocimiento del sistema, pero sabe que no todos los miembros de su comunidad tienen esa suerte. “Logré votar, pero muchas personas como mi papá o mi abuela no habrían sabido qué hacer”, señala. Para muchos inmigrantes y sus hijos, la falta de información accesible y la barrera del idioma hacen que votar sea una experiencia confusa y desalentadora. Como resultado, ha asumido un papel fundamental dentro de su familia, siendo la persona a la que recurren para obtener información. “Mi familia me preguntaba: '¿Qué puedo hacer?' '¿Qué significa esto?' Como yo hablo inglés y soy educada, yo les daba mucha de esa información”, explica. Para muchos jóvenes como María, estas primeras elecciones representan también la primera vez que sus familias tienen una voz en el sistema político de Estados Unidos, y ese voto no es solo para ellas, sino para todas las generaciones de inmigrantes que nunca pudieron hacerlo. Ambas se sienten atrapadas entre opciones que no las representan completamente, y saben que su voto, aunque crucial, no resolverá todos los problemas. “No sé si este voto cambiará algo, dice María, pero lo hago por mi familia, por mis papás, por todo lo que han hecho para que yo tenga este derecho”. Marla, por su parte, concluye con una reflexión similar: “No sé qué pasará después de estas elecciones, pero sé que votar es lo único que puedo hacer ahora para asegurarme de que mi familia esté segura”. ]]>
¿Cúal de identifica?